miércoles, 18 de marzo de 2009

Imagina esta escena por un momento:

"De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar".

Jesús a sus discípulos

Tu eres uno de esos doce, uno de esos escogidos que están a la mesa con Jesús. Disfrutas de la cena mientras esperas que el maestro de otra de sus geniales enseñanzas (después de todo era costumbre de Jesús enseñar mientras comían, nosotros somos los que abandonamos la práctica) De pronto Jesús abre su boca pero dice algo que te deja helado, uno de los que están sentados comiendo con él le va a entregar para ser muerto.

Con recelo volteas a ver a cada uno de tus compañeros: Quizá es Simón el Zelote, después de todo es un hombre tan mundano y político, o quizá son ese par de Jacobo y Juan ¡son tan violentos!; El hijo de Alfeo pudiera ser... o quizá ese Tadeo... puede ser que sea Mateo ese publicano siempre supimos que se vendería por unas cuantas monedas; Quizá es Tomás... ese siempre anda poniendo en duda los milagros del maestro, tiene que verlo para creerlo; Pedro o su hermano Andres todavía huelen a pescado y con el cuento de que "Pedrito" es el consentido y el sabelotodo... Aunque siempre has desconfiado de Felipe y Bartolomé, por lo menos de los otros sabes a que se dedicaban...

¿Quién pudiera entregar a Jesús? ¿Quién pudiera negarlo? Tu pronta respuesta es: YO NO.

¿Estas seguro? Piénsalo dos veces.

El mismo hombre que preguntó ¿Seré yo? Unos momentos antes se adelantó para decir: Aunque todos se escandalicen, YO NO. Moriré contigo o por ti... Y todos decían lo mismo.

Es cierto Judas vendió al Señor por unas monedas... como tantos hoy en día. Pero cada uno de los otros once huyeron en cuanto pudieron para poner a salvo su piel.

Es cierto Pedro declaró tres veces en una noche que no conocía a Jesús y hasta maldijo. Pero la mayoría de los discípulos ni siquiera siguieron a Jesús de lejos en esa noche.

¿Sabes que es lo que me sorprende? Jesús partió el pan y bebió la copa con cada uno de ellos. Jesús sabía que eran imperfectos y estuvo dispuesto a morir por ellos... Y estuvo dispuesto a morir por tí y por mi, para que perfeccionándonos cada día en su amor viviéramos para su gloria.

Has comido el pan, has bebido de la copa y si, quizá sigues siendo el mismo que en alguna ocasión negó a Jesús... Pero ahora la vida (Jesucristo) esta en tí y en mi, sus palabras están en nosotros y con la gracia de Dios quizá nos convirtamos en lo que aquel puñado de hombres temerosos fueron:

Gente que vivió y murió por el Reino.

Licensed by Copycristian por Miguel Quintero Jr.

1 comentario:

Reverendo Trinquete dijo...

Atención Miguel alias el perro (ni siquiera puede llamarse a sí mismo pastor)!!!

Yo no me vendo por "unas monedas" recuerde que solo acepto dólares!!!

Arderá en el lago de fuego y azufre!