miércoles, 8 de febrero de 2006

Orar...


Orar es platicar con Dios... ¿Cuántas veces hemos escuchado eso? Lo dice el pastor desde el púlpito, lo dice el maestr@ de escuela bíblica dominical (todos las iglesias bautristes tienen dicha organización), lo dice el hermano o hermana que dirige en el "CULTO DE ORACIÓN"...

Pero en realidad, ¿Qué hacemos a la hora de la "ora"? Algunos buscamos nuestras palabras más "domingueras" para apantallar (impresionar) a los que nos rodean; otros nos soltamos en un solo rezo que parece carrera de palabras con una sola respiración; unos más le espetamos "el padre" al padre a cada pausa (te pido padre, que nos bendigas padre, en esta hora padre, etc...) y nos queda una oración bien "padre".

Si orar es "platicar con Dios" no deberíamos cerrar los ojos y torcer la cara en una mueca de dolor, no deberíamos soltar un montón de palabras solo para llenar el tiempo, no deberíamos hablar de manera "grandilocuente"(porque aunque Dios es omnisciente y nos entiende, no se deja impresionar por nuestros discursos), no deberíamos temer guardar silencio... esperando su respuesta.

Si orar es "platicar con Dios" deberíamos correr cada día a su encuentro, como un amigo que se ve con gusto para ponerse al día, deberíamos escuchar más y hablar menos, deberíamos hablar con confianza y de manera sencilla... si orar es platicar con Dios...

¡Si! ¡Orar es platicar con Dios!

(de la antigua guarida)

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