La Vid VIII (...En esto es glorificado mi Padre...)

(Viene de la Vid VII)
Jesús continúa diciendo: En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

¿Por qué deberíamos anhelar el fruto?

¡Fuimos hechos para dar la gloria a Dios! Esa es la razón de nuestra existencia y Dios es Glorifcado en una sola cosa: En que llevemos mucho fruto.

Cuando el fruto es manifestado en nosotros, cuando llevamos frutos, cuando hay amor a Dios, a nuestro prójimo y a nuestros hermanos, damos realmente la gloria a Dios.

Tiempo atrás Jesús había narrado la parábola de las ovejas y los cabritos estos son separados por una sola razón, el amor que mostraron a su prójimo: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí"

Tiempo atrás, cuando Jesús enseñó que el arbol se conoce por sus frutos, parece desestimar las señales e incluso la profecía: "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ...profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros... Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad".

Solo cuando el fruto es manifiesto, solo cuando el amor es en nuestra vida, podremos dar la gloria a Dios; solo cuando llevamos el fruto podremos ser vistos como discípulos de Jesucristo.

Unos momentos antes Jesús ya había dicho: En esto conocerán todos que sois mis discípulos si tuviereis amor los unos con los otros. "... en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos..." repite ahora.

Solo hay una forma de determinar quien es seguidor de Jesucristo y quién no lo es: y esa forma es el amor. Quizá esta es la razón por la cual nuestra petición debería ser: Llevar el fruto que Dios espera.