lunes, 20 de febrero de 2006

El extraño caso del auto desaparecido...


El viernes pasado por la mañana, cuando mi esposa salía a trabajar, se topó con la sorpresa de que nuestro auto no estaba. La noche anterior lo habíamos dejado estacionado enfrente de la casa (no tenemos cochera) y ahora, misteriosamente había desaparecido.
No podíamos creerlo... en nuestras propias narices nos habían robado durante la madrugada (aún no entendíamos quién podría estar interesado en robar una vagoneta Datsun 710 de 1975... el auto prácticamente tiene mi edad).

No mentiré diciendo que nos arrodillamos en ese momento y oramos a Dios para que nos iluminara sobre los hechos (¡Nos habían robado!), llamamos a la policia, a la aseguradora, a mis suegros y a mi cuñado (el es el propietario legal del auto).
Mientras esperábamos a mi cuñado para poner las denuncias correspondientes pudimos pensar en lo que había pasado, y aunque no entendíamos el propósito (de hecho pensamos que el Señor tenía un sentido del humor bastante negro) nos calmamos pensando en que Dios tenía un propósito para lo que había pasado.

Mi cuñado llegó en su vocho azul y gritó: ¡Acabo de ver su carro!... Subimos rápidamente al vocho y fuimos al lugar donde estaba el auto; estaba con las puertas abiertas de par en par, habían registrado TODO; se llevaron alguna herramienta taiwanesa y un par de litros de aceite que estaba juntando para hacerle el cambio, pero el auto estaba ahí, completo, sano y salvo...
Dios nos bendice todos los días y a veces damos por hecho sus bendiciones, por eso de vez en cuando, permite que seamos probados... para ser conscientes de su presencia, de su provisión, de su amor... pero, ¿No sería Dios igualmente bueno y amoroso si el auto no hubiera aparecido?


(de la antigua guarida)

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