miércoles, 4 de abril de 2007

La Vid XIII (...yo os elegí a vosotros...)


(Viene de la Vid XII)
Esta es la última entrega de esta serie (creo). Algunas de las enseñanzas que he podido rescatar en lo personal de este pasaje son:

Jesús es la vid verdadera, aunque hay otras solo en él producimos el fruto que Dios espera, la permanencia es la condición para llevar fruto, permanecer en él, que su palabra permanezca en nosotros, el fruto que Dios espera es el amor, el cual es un mandamiento que nos ha sido revelado para que vivamos una vida de gozo, Jesús ha decidido revelarnos esto porque somos sus amigos, somos sus amigos si cumplimos sus mandamientos no el en "deber" sino en el amar, participamos en el proyecto de él no como siervos sino como colaboradores, él ha dado su vida por nosotros y nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos ese es el amor.

Jesús dice: “…No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros…” ¿Qué nos dicen estas palabras?

Podemos pensar que se refiere al momento en que Jesús elige a sus apóstoles, a sus doce… sin embargo al analizar estas palabras a través de la figura de la vid, vemos que son palabras para todos nosotros.

La iglesia, los pámpanos hemos sido elegidos por Jesucristo para llevar fruto. Nuestra fe, nuestra confianza descansa en estas solas palabras: “yo os elegí”.

Durante cientos de años los creyentes de las iglesias bautristes hemos hablado de “la seguridad de la salvación” pero pocas veces los creyentes fuera de los círculos pastorales hablamos de “la elección”.

Yo soy la vid verdadera –dice Jesús- pero si estas en la vid verdadera no fue una decisión tuya sino una decisión que Dios tomo desde la eternidad.

¿Recuerdas cuando dijimos que el amor con que El Padre, el Hijo y el Santo Espíritu se aman, es el mismo con que somos amados? (v.9) Las exactas palabras que use fueron: “…El padre ha amado a Jesús con un amor perfecto que les hace pertenecer el uno al otro desde la eternidad, quizá no podemos comprender en todas sus letras este concepto pero lo más incomprensible aún es que Jesús, El Hijo, nos ama a nosotros de esta misma forma…”

La elección no debe ser una sorpresa para nosotros: El nos ama desde la eternidad.

Pablo escribió a los Efesios: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)… Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

Cuando Jesús nos llama sus amigos vemos una enseñanza más: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos ”. Dice Jesús. Luego entonces Jesús murió… por sus amigos.

Tú me dirás: Un momento, ¿Estas tratando de decirme que Jesús no murió por todo el mundo? ¿Qué me dices de Juan 3:16? “Porque de tal manera amó Dios al mundo….” Y yo agregaré: “Para que todo aquél que en él cree no se pierda más tenga vida eterna”.

Jesús murió para que todo aquél que en él cree no se pierda… y todo aquél que cree en el es salvo por gracia por medio de la fe que no es de nosotros, sino que nos ha sido dada por Dios.

¿Quiere decir que Dios elige quién tiene una relación con él y quién no? O para ponerlo en palabras “de resultados” (aunque no me guío por ellos) ¿Quiere decir que Dios elige quienes se van al cielo y quienes se van al infierno?

La respuesta es sencilla: No. Todos nosotros decidimos no amar a Dios. Todos nosotros decidimos irnos al infierno.

“No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”

Déjame contarte la historia desde el principio: En el principio creo Dios los cielos y la tierra… Y creo Dios al hombre a imagen de Dios los creó varón y hembra los creó... Dios no nos creó para la soledad, No es bueno que el Hombre este solo -dijo-. Dios nos creó para vivir en una relación de amor con él.

Dios nos creo para vivir en comunión con él, para relacionarnos con él, para amarle como él nos ama, sin embargo para que el amor exista tiene que haber un elemento: decisión.

¿Recuerdas nuestro concepto de amor? Amar es una decisión, es una entrega voluntaria en bien del otro sin esperar nada a cambio. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer les puso en el huerto del edén y puso en medio del huerto dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

El resto lo conocemos. Dios nos ama tanto que incluso estuvo dispuesto a dejarnos ir lejos de su presencia si nosotros no deseamos estar con él.

Cuanto nacemos somos parte del Reino de los cielos, hasta que llega el momento en que tenemos conocimiento del bien y del mal y decidimos por lo malo. Sin embargo, por puro amor y gracia Dios toma a algunos de ese puñado de condenados a muerte para ofrecerles la vida.

Ahora bien, algunos pensarán ¿Qué de la gran comisión? ¿Para qué compartir si de todas formas Dios ya eligió? Primero, porque es un mandato del Señor, segundo porque aunque Dios sabe quienes son suyos, tu y yo no lo sabemos, no somos nosotros los que eligen sino Dios.

Además cuando vemos la misión que nos ha sido encomendada a través de la enseñanza de la vid vemos que Jesús nos eligió y nos ha puesto para que llevemos fruto.

Jesús agrega: “…y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé…”

La comisión que tenemos el mandamiento que tenemos es llevar fruto, es decir amar a Dios, a nuestro prójimo y a nuestros hermanos y en tanto que vivimos en el mundo perfeccionándonos en amor hacemos discípulos...

Cuando vemos la iglesia en el nuevo testamento no vemos una iglesia llena de programas campañas y actividades evangelísticas, vemos una iglesia llevando fruto:

(Hch.2:42->) Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones... Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Las acciones que vemos son las que expresan amor a Dios, a los hermanos al prójimo... La única acción "evangelística" que vemos es esta: "El Señor añadía".

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

Esto os mando: Que os améis unos a otros.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Este artículo es un bálsamo para el espíritu.
Un saludo especial en este día ¡Cristo resucitó!
Dany