Como todo mundo lo sabe, los duendecillos suelen cocinar pequeños pastelillos mágicos, se llaman “Pastelillo de los deseos” que regalan de vez en cuando a los niños para llenar su vida de paz alegría y amor.
Un duende llamado Pifipaf deseaba con todo su corazón ir a cocinar pastelillos mágicos a los niños de Villachinchún, donde no existían los duendecillos sino unos terribles y malvados dragones que en lugar de conceder paz, alegría o amor lanzaban fuego por la nariz para castigar a los niños que se portaban mal y a todos los niños que hacían travesuras. Y bueno, como todo el mundo sabe; aquí, en China y en Villachinchún todos los niños hacen travesuras.
El problema es que Pifipaf no tenía manera de ir hasta Villachinchún a cocinar sus pastelillos mágicos. Así que reunió a todos los duendes de la región para contarles su inquietud y su problema.
¡Es una excelente idea! –Dijo Cachacuaz- un duende de larga y ensortijada barba. Yo estoy dispuesto a apoyarte. Del tesoro que los duendes tenemos en el fondo del estanque te daremos la mitad para que vayas hasta Villachinchún a liberar a los niños Villachincheños de los malvados dragones y además, Yo mismo me comprometo a juntar entre los duendes todos los ingredientes mágicos que necesitas, organizaré un comité de recolección de ingredientes mágicos para Villachinchún y te los mandaré mes tras mes.
Pifipaf se puso loco de contento y hasta danzó esa danza secreta de la felicidad que nadie conoce –solo los duendes-. Alegre tomó su bolsa mágica y empacó todo lo que necesitaba para ir a Villachinchún.
Pifipaf trabajó mucho. Todos los días cocinaba pastelillos y los repartía entre los niños Villachincheños y en muchas ocasiones luchó contra esos terribles dragones que lanzaban fuego por la nariz y los derrotó.
Todo era alegría y felicidad, hasta que un día los ingredientes mágicos comenzaron a escasear… Pifipaf revisaba su buzón mágico y los ingredientes no llegaban, envió una carta, dos cartas, tres cartas… cientos de cartas para recordar a Cachacuaz y a los demás duendecillos su responsabilidad por los niños en Villachinchún y la lucha que había contra los malvados dragones que lanzaban fuego por la nariz. Tristemente no hubo respuesta.
Finalmente Cachacuaz envió una respuesta:
Estimado Pifipaf: -decía la carta-.
Siempre estas en nuestros pensamientos, deseamos de todo corazón que la paz, la alegría y el amor te rodeen.
Te informo que nos es imposible enviarte ingredientes mágicos por el momento porque los estamos utilizando en gastos de operación; El comité que organizamos para envío de ingredientes mágicos a Villachinchún se ha desarrollado enormemente... tenemos recolectores, empacadores, inventariadores, revisores y otros “ores” que no recuerdo.
Hemos organizado congresos, conferencias y hasta hicimos un video promocional de porque es necesario enviar más duendes e ingredientes mágicos a Villachinchún, todas las semanas vamos de villa en villa promocionando el trabajo en Villachinchún y estamos logrando excelentes respuestas.
Si necesitas ingredientes mágicos te recomendamos que los solicites entre tus familiares, amigos y conocidos.
Un duende llamado Pifipaf deseaba con todo su corazón ir a cocinar pastelillos mágicos a los niños de Villachinchún, donde no existían los duendecillos sino unos terribles y malvados dragones que en lugar de conceder paz, alegría o amor lanzaban fuego por la nariz para castigar a los niños que se portaban mal y a todos los niños que hacían travesuras. Y bueno, como todo el mundo sabe; aquí, en China y en Villachinchún todos los niños hacen travesuras.
El problema es que Pifipaf no tenía manera de ir hasta Villachinchún a cocinar sus pastelillos mágicos. Así que reunió a todos los duendes de la región para contarles su inquietud y su problema.
¡Es una excelente idea! –Dijo Cachacuaz- un duende de larga y ensortijada barba. Yo estoy dispuesto a apoyarte. Del tesoro que los duendes tenemos en el fondo del estanque te daremos la mitad para que vayas hasta Villachinchún a liberar a los niños Villachincheños de los malvados dragones y además, Yo mismo me comprometo a juntar entre los duendes todos los ingredientes mágicos que necesitas, organizaré un comité de recolección de ingredientes mágicos para Villachinchún y te los mandaré mes tras mes.
Pifipaf se puso loco de contento y hasta danzó esa danza secreta de la felicidad que nadie conoce –solo los duendes-. Alegre tomó su bolsa mágica y empacó todo lo que necesitaba para ir a Villachinchún.
Pifipaf trabajó mucho. Todos los días cocinaba pastelillos y los repartía entre los niños Villachincheños y en muchas ocasiones luchó contra esos terribles dragones que lanzaban fuego por la nariz y los derrotó.
Todo era alegría y felicidad, hasta que un día los ingredientes mágicos comenzaron a escasear… Pifipaf revisaba su buzón mágico y los ingredientes no llegaban, envió una carta, dos cartas, tres cartas… cientos de cartas para recordar a Cachacuaz y a los demás duendecillos su responsabilidad por los niños en Villachinchún y la lucha que había contra los malvados dragones que lanzaban fuego por la nariz. Tristemente no hubo respuesta.
Finalmente Cachacuaz envió una respuesta:
Estimado Pifipaf: -decía la carta-.
Siempre estas en nuestros pensamientos, deseamos de todo corazón que la paz, la alegría y el amor te rodeen.
Te informo que nos es imposible enviarte ingredientes mágicos por el momento porque los estamos utilizando en gastos de operación; El comité que organizamos para envío de ingredientes mágicos a Villachinchún se ha desarrollado enormemente... tenemos recolectores, empacadores, inventariadores, revisores y otros “ores” que no recuerdo.
Hemos organizado congresos, conferencias y hasta hicimos un video promocional de porque es necesario enviar más duendes e ingredientes mágicos a Villachinchún, todas las semanas vamos de villa en villa promocionando el trabajo en Villachinchún y estamos logrando excelentes respuestas.
Si necesitas ingredientes mágicos te recomendamos que los solicites entre tus familiares, amigos y conocidos.
Que la magia este contigo hoy y siempre
Cariñosamente:
CachacuazCariñosamente:
F I N .
5 comentarios:
Hermoso cuento ,,,, pero no se si reírme o llorar amargamente por ver la imagen de nuestras iglesias afanadas gastando en inmensas campañas mientras la paciente Villachinchún sufre al recibir los ardientes resoplos de la nariz del infierno....
perro!! muy bueno!!! espero que no sea la ultima vez que escribas cuentos de hadas, por que al menos este se me figura que tiene una segunda parte.
Me gustó el nombre de Villachinchún, muy original.
Saludos y abrazos!
lbrito: ¿Iglesias? mmm... como dije en el tag lo que veas de realidad en el cuento es solo coincidencia.
Akire:Ojalá este cuento tuviera una segunda parte y un final feliz... no prometo cuentos de hadas pero estoy pensando en uno de ciencia ficción y otro de terror. ja!
"Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia"
Esta weno el cuento Bro. Creo que después de leer el cuento le voy a poner al proximo perro que compre "El Potter Pfipaf" esta un poco largo pero se acostumbrara.
Buen Blog
Saludos
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