(Viene de La Vid III)
Anteriormente vimos que no hay nada más que tu y yo podamos hacer para llevar fruto. Jesús ya hizo todo lo necesario. Una vez que estamos en la vid verdadera la vida comenzará a fluir de tal manera que produciremos fruto.
Jesús no te pide absolutamente nada para tener la vida, solo creer en él, solo arraigarse a él, solo seguirlo a él.
Sin embargo hay algo que Dios si puede hacer, y de hecho hace en nosotros para que llevemos más fruto... Jesús dice: y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
El Padre, el labrador, espera que llevemos fruto y que lo llevemos abundantemente. Todos los árboles tienen la capacidad de producir fruto por si mismos pero cuando estos árboles son cuidados, podados y limpiados el fruto que se recoge de ellos es más abundante.
La vid verdadera tiene un labrador: Dios es el creador y sustentador de todas las cosas y cuando ve que producimos el fruto que él espera entonces nos cuida y nos limpia para que llevemos ese fruto en abundancia.
¿Cómo somos limpiados? ¡Somos limpios por la palabra!: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Además la Palabra de Dios no busca una “limpieza superficial” Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Jesús agrega: Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
¿Dónde escuchamos esas palabras? “Vosotros estáis limpios…” Cuando Jesús lava los pies de los discípulos antes de la cena, Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
¡Somos limpios por la palabra y sin embargo, algunas veces actuamos como aquel que “no estaba limpio”. Judas había estado tres años con el maestro, tres años había visto sus milagros y santidades y escuchado sus enseñanzas, tres años había caminado, comido, dormido, platicado con el maestro… sin embargo no estaba limpio... Porque no basta con acercarse a la vid, hay que estar arraigados a la vid verdadera.
La palabra sin la vida son solo letras… la enseñanza sin la vida son solo palabras, intentar vivir lo que la Biblia dice sin estar arraigado en la vid verdadera solo produce legalismo.
Primero produces fruto y luego eres limpiado para producirlo en abundancia…
¿Cuándo tenemos que ser limpiados? Cada día. Todos los días. Por el resto de nuestra vida.
Anteriormente vimos que no hay nada más que tu y yo podamos hacer para llevar fruto. Jesús ya hizo todo lo necesario. Una vez que estamos en la vid verdadera la vida comenzará a fluir de tal manera que produciremos fruto.
Jesús no te pide absolutamente nada para tener la vida, solo creer en él, solo arraigarse a él, solo seguirlo a él.
Sin embargo hay algo que Dios si puede hacer, y de hecho hace en nosotros para que llevemos más fruto... Jesús dice: y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
El Padre, el labrador, espera que llevemos fruto y que lo llevemos abundantemente. Todos los árboles tienen la capacidad de producir fruto por si mismos pero cuando estos árboles son cuidados, podados y limpiados el fruto que se recoge de ellos es más abundante.
La vid verdadera tiene un labrador: Dios es el creador y sustentador de todas las cosas y cuando ve que producimos el fruto que él espera entonces nos cuida y nos limpia para que llevemos ese fruto en abundancia.
¿Cómo somos limpiados? ¡Somos limpios por la palabra!: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Además la Palabra de Dios no busca una “limpieza superficial” Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Jesús agrega: Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
¿Dónde escuchamos esas palabras? “Vosotros estáis limpios…” Cuando Jesús lava los pies de los discípulos antes de la cena, Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
¡Somos limpios por la palabra y sin embargo, algunas veces actuamos como aquel que “no estaba limpio”. Judas había estado tres años con el maestro, tres años había visto sus milagros y santidades y escuchado sus enseñanzas, tres años había caminado, comido, dormido, platicado con el maestro… sin embargo no estaba limpio... Porque no basta con acercarse a la vid, hay que estar arraigados a la vid verdadera.
La palabra sin la vida son solo letras… la enseñanza sin la vida son solo palabras, intentar vivir lo que la Biblia dice sin estar arraigado en la vid verdadera solo produce legalismo.
Primero produces fruto y luego eres limpiado para producirlo en abundancia…
¿Cuándo tenemos que ser limpiados? Cada día. Todos los días. Por el resto de nuestra vida.
Jesús dijo: ...limpios por la palabra...
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