Jesús dice: “…Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor…”
Nunca entenderemos en esta tierra el amor entre El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo, un amor tan perfecto que les hace ser uno en perfecta comunión, en perfecta unidad, en uno solo y perfecto Dios. Un amor en el que cada una de las personas trabaja en perfecta armonía para llevar a cabo los designios y el propósito eterno.
¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? Dice Amos… ¡Dios ha sido uno desde siempre, antes que fuésemos formados, el ya es Dios: “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.” Dice el Salmista.
El padre ha amado a Jesús con un amor perfecto que les hace pertenecer el uno al otro desde la eternidad, quizá no podemos comprender en todas sus letras este concepto pero lo más incomprensible aún es que Jesús, El Hijo, nos ama a nosotros.... ¡De esta misma forma!
Jesús nos ama con un amor perfecto que hizo que se entregara por nosotros para que nosotros fuésemos pertenencia suya por la eternidad.
Este pasaje tiene dos conceptos que nosotros ya manejamos: amor y permanecer, pero, ¿Qué sucede cuando usamos estas palabras en la misma frase? Reconocemos que nos es necesario pertenecer a Jesucristo, de la misma forma en que él se entregó por nosotros.
Permanecer en su amor es, insistir, persistir, perseverar en ser perfeccionados, preparados, capacitados cubiertos, por su Palabra y Espíritu hasta llegar a amarle como el nos ama.
Nunca entenderemos en esta tierra el amor entre El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo, un amor tan perfecto que les hace ser uno en perfecta comunión, en perfecta unidad, en uno solo y perfecto Dios. Un amor en el que cada una de las personas trabaja en perfecta armonía para llevar a cabo los designios y el propósito eterno.
¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? Dice Amos… ¡Dios ha sido uno desde siempre, antes que fuésemos formados, el ya es Dios: “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.” Dice el Salmista.
El padre ha amado a Jesús con un amor perfecto que les hace pertenecer el uno al otro desde la eternidad, quizá no podemos comprender en todas sus letras este concepto pero lo más incomprensible aún es que Jesús, El Hijo, nos ama a nosotros.... ¡De esta misma forma!
Jesús nos ama con un amor perfecto que hizo que se entregara por nosotros para que nosotros fuésemos pertenencia suya por la eternidad.
Este pasaje tiene dos conceptos que nosotros ya manejamos: amor y permanecer, pero, ¿Qué sucede cuando usamos estas palabras en la misma frase? Reconocemos que nos es necesario pertenecer a Jesucristo, de la misma forma en que él se entregó por nosotros.
Permanecer en su amor es, insistir, persistir, perseverar en ser perfeccionados, preparados, capacitados cubiertos, por su Palabra y Espíritu hasta llegar a amarle como el nos ama.
Jesús dijo: “…Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor…”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario