Jesús se hizo carne y habitó entre nosotros. Eligió Belén, hace 2.000 años, un lugar y una época muy particulares. Vivió, comió y se relacionó con las personas de su tiempo en una forma especial, que es muy difícil que alguien sea capaz de emular, porque nosotros vivimos en un tiempo y una cultura diferentes. Su encarnación significa que el Dios eterno se hizo uno de nosotros, y fuimos capaces de ver a Dios en Jesús por primera vez: «El que me ve, ha visto al Padre», dice Jesús. Si Jesucristo se encarnara hoy, por decir algún lugar, en [tu país], posiblemente se comportaría en forma similar, y a la vez muy diferente a como lo hizo en Palestina. La calidad de su vida, sus principios y destino serían los mismos, pero la forma en la que hablaría y actuaría, sería diferente. Esto significa que la calidad interna de la iglesia, el cuerpo de Cristo, puede ser la misma en cada cultura y época, pero diferirá grandemente en su estilo, la manifestación estructural de su vida.
180x6: Día a día en el Camino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario