“Aquellos cristianos no querían templos. El motivo de este rechazo no era económico (no tenían dinero para tales edificios), ni político (se tenían que ocultar en tiempos de persecuciónes). El motivo por el que rechazaban los templos era teológico. Porque una de las convicciones más fuertes de la Iglesia de aquellos primeros siglos cristianos era que el templo de los cristianos es la comunidad (1 Cor 3, 16-17; Ef 2, 21) o cada cristiano en particular (1 Cor 6, 19; 2 Cor 6, 16). Lo cual quiere decir, lógicamente, que para los cristianos (los de entonces y los de ahora) no hay más templo que la comunidad misma o cada ser humano en concreto. Es decir, el lugar del encuentro con Dios no es un espacio material (geográfico), sino el espacio humano del encuentro entre las personas. Donde los humanos se encuentran, se comunican, se unen y conviven, ahí es donde se encuentra a Dios".
180x6: Día a día en el Camino.
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