lunes, 19 de julio de 2010

96- ¿Cómo ha sido tu encuentro con Dios?


“Entre los bautistas donde se rechaza toda idea de revelaciones directas de Dios, es curioso como hablan algunos pastores de su “llamamiento”. Se da la idea que estos saben sin ninguna duda que fueron apartados por el Señor a desempeñar este ministerio como oficio o carrera. Al hablar del llamamiento, dan la impresión de que Dios les ha impuesto una responsabilidad que tiene que ser obedecida...”
J. Hendrix-Weidner

Si cito estas palabras, es porque yo pensaba igual.

Conocí del Señor Jesucristo siendo un pequeño de 7 años, durante una clase de Escuela Bíblica Dominical, la maestra nos narró la parábola de los dos cimientos, y concluyó con una invitación a edificar nuestra vida en la roca que es Jesucristo, decidí que yo quería edificar mi vida en Jesús y la maestra me ayudó a orar pidiéndole a Jesús entrara a mi corazón.

Decidí bautizarme a la edad de 13 años. A la edad de 15 años, no me sentía totalmente comprometido con Jesucristo, fue en un campamento en el que decidí hacer de Él no solo el Salvador de mi vida, sino el Señor de la misma. A partir de ese momento me involucré más en el trabajo de la iglesia, alabanza, enseñanza, misiones, así como en la Unión de Jóvenes.

Estaba concluyendo mi bachillerato cuando sentí que debería involucrarme en el ministerio de una forma más completa (a eso es a lo que muchos pastores denominan “llamamiento”, ahora me doy cuenta que el “llamamiento” lo tenemos todos a glorificar a Dios sirviéndonos unos a otros, pero en la estructura de la iglesia tradicional el ministerio o servicio se ejerce en dos “oficios”: pastor y/o misionero -principalmente- porque por ahí andan otros evangelistas, maestros y “ministerios para-eclesiásticos”). Fué así que comencé a estudiar en un Instituto Teológico Bautista de Chihuahua, que tenía como director al Hno. Héctor David Rodríguez, mientras estudiaba mi carrera como Licenciado en Educación. Poco tiempo después abandoné el Instituto, mi pensamiento era que el Señor me podía utilizar en su obra pero no de “tiempo completo”, sin embargo el Señor tenía sus planes.

Cuando concluí con mis estudios como Licenciado en Educación, salí a trabajar a una pequeña comunidad rural a 300 Km de mi casa, la situación era precaria, unos trecientos habitantes en un pueblo sin luz, agua, teléfono... y sin una iglesia con quienes congregarme. Conocí a un matrimonio que era cristiano en el lugar (no de mi misma denominación) y les propuse reunirnos para “tener cultos”; ellos estuvieron de acuerdo.

Los domingos nos reuníamos y comenzamos a invitar a otros a acompañarnos a las reuniones donde yo "predicaba", teníamos un ministerio en el reclusorio municipal, comencé a visitar a las personas que nos acompañaban y al cabo de un año ya formábamos una pequeña congregación de 18 personas (entre adultos, jóvenes y niños).

En aquél tiempo tuve que salir del lugar por cuestiones de mi trabajo. De regreso a la ciudad comencé nuevamente mis estudios en el Instituto teológico ahora bajo la dirección del Hno. Abraham Cervantes con el propósito de servir de “tiempo completo”, fue en este tiempo que conocí a mi esposa Ana, en quién también encontré un profundo deseo de servir al Señor.

Una vez concluidos mis estudios en el Instituto, renuncié a mi trabajo secular, para dedicarnos al “ministerio de tiempo completo” (ahora entiendo que todo creyente debe ser un ministro de tiempo completo). Comencé a pastorear una misión de la Primera Iglesia Bautista de Chihuahua en la Sierra Tarahumara que el Señor nos permitió "organizar" como la Primera Iglesia Bautista de Creel, Chih. Después de años de trabajo de tantos hermanos.

Fué en ese tiempo que comencé a pensar sobre nuestra necesidad e buscar una iglesia más orgánica, sencilla, pertinente, me encontré con escritos de Guy Muse, Steve Atkerson, Gene Edwards, Frank Viola y Wolfgang Simson (entre otros). Mientras seguía en la iglesia de Creel estudiaba dichos escritos. Al regresar nuevamente a Chihuahua teníamos la firme intención de iniciar un movimiento de plantación de iglesias sencillas y así lo hicimos saber a la iglesia que nos invitó al llegar y en la que trabajamos estos últimos cuatro años en la iglesia institucional.

Ahora he descubierto que no se trata de hacer por el Señor o su reino, sino confiar en lo que Él ha hecho y hace en nosotros.

Puedo decir por todo lo antes escrito que nuestro encuentro con Jesucristo es cotidiano, vivo, transformador. ¿A dónde nos llevará el día de mañana? ¡Solo Él lo sabe! Yo seguiré caminando con Él, en Él, día a día.

180x6: Día a día en el Camino.

Licensed by Copycristian por Miguel Quintero

1 comentario:

Anónimo dijo...

De lo profundo de tu corazón (pienso yo) salió esta reflexión. Pero quiero también decirte que a mí igual me hace reflexionar. Me acabo de incluir en tus seguidoras Miguel y alabo a Dios por tu vida, por tu ministerio y por el valioso tiempo que compartes con nosotros al plasmar estas letras. Te animo a continuar, porque día a día se añaden personas que admiran y valoran tu trabajo. Jesús te ama.
Ilui