Hoy supe de su partida y guardé silencio por uno o dos minutos. Tomé este tiempo para recordar su amabilidad, su discreción y su vocación de servicio. Recordé las conversaciones que teníamos en la sala de maestros y la última charla en la sala de su casa.
Agradezco a Dios por su vida y por su ejemplo... por los consejos recibidos... sabiduría que solo puede nacer de la experiencia de quien sirviendo ha llegado a ser la mayor entre sus hermanos.
Agradezco a Dios por su vida y por su ejemplo... por los consejos recibidos... sabiduría que solo puede nacer de la experiencia de quien sirviendo ha llegado a ser la mayor entre sus hermanos.
¡Hasta luego Marta!
180x6: Día a día en el Camino.
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